La danza de los cascabeleros integra la totalidad de las secuencias festivas del día de San Juan, pero su protagonismo aparece incluso tiempo antes, en los preámbulos de la fiesta. Los días previos se realizan los «ensayos de los cascabeleros», una práctica que se remonta cuando menos a principio de siglo XX. Los ensayos se efectúan por la noche, en un amplio espacio al aire libre situado frente a la Casa de Hermandad de San Juan, en la calle Iglesia y alrededor de un pino que hace algunos años se plantó en este lugar. Todos los hombres que lo deseen pueden ensayar la danza, antiguos cascabeleros y otros que pretenden serlo y que practican aún sin saber si podrán actuar como cascabeleros en ese u otro año. Así pues, los ensayos reúnen a un amplio número de cascabeleros formándose un gran círculo de hombres de distintas edades y perfiles sociales. Además, este evento, con tal concentración de cascabeleros, atrae también a muchas personas, incluidas mujeres, que acuden a verlo, de manera que los ensayos exceden la finalidad de ser un simple acto de aprendizaje y se convierten en sí mismos en un acontecimiento festivo de gran de interés entre los alosneros.
El primer día de ensayo se efectúa el Sorteo para elegir, entre todos los hermanos que quieran optar, a los nuevos cascabeleros que se incorporarán ese año. Únicamente se puede ser cascabelero durante un periodo de cuatro años, por lo que anualmente queda algún puesto vacante. Tras el sorteo, queda establecido quiénes serán los diecinueve cascabeleros que saldrán en la procesión de ese año. El protagonismo de estos cascabeleros se acentúa en el ensayo general que se realizan todos los días y que tiene una significación especial. Este definitivo ensayo indica la inminencia de la fiesta y es considerado como una prueba final, no sólo para los danzantes, sino para todos los alosneros que asumen estar preparados para celebrar San Juan. Además de los ensayos, se realizan otros actos previos a la fiesta como el Triduo a San Juan y el Pregón. En ellos también está presente de alguna manera la danza de los cascabeleros, interpretada en estas ocasiones por el grupo infantil.
En el esperado día de San Juan, los cascabeleros intervienen en diversas secuencias de la fiesta, tras una larga noche marcada por la Alborá. A primera hora de la mañana, danzan en el interior de la Casa de Hermandad de San Juan Bautista. Los cascabeleros (sólo los adultos) interpretan «en coro» todas las mudanzas, mientras en el centro del círculo se sitúan el Maestro de Ceremonias y los tamborileros. Después vuelven a danzar de nuevo de igual forma entre los dos paseos que confluyen en la Calle Nueva. En esta ocasión se añade al «coro» el grupo infantil de cascabeleros y en el centro del círculo se colocan, junto al Maestro de Ceremonias y los tamborileros, mujeres y niñas vestidas con el traje de «Jueves de Comadre» portando el Estandarte, Bandera y Bacalao de San Juan Bautista. Seguidamente se inicia la procesión del santo. Al salir de la iglesia las andas con la imagen, se produce una espectacular traca de cohetes y los cascabeleros inician la danza con la «folía de recibimiento». Desde este momento, y durante todo el recorrido procesional, los cascabeleros irán danzando sin cesar, siempre de frente al Santo y custodiados en los laterales por los pequeños danzantes del grupo infantil.
Terminada la procesión, se oficia una misa tras la cual los cascabeleros vuelven a danzar en el interior del templo. Esta secuencia final resulta de gran emotividad porque a los cascabeleros se les añaden todos aquellos hombres que lo deseen. Suelen ser alosneros que fueron cascabeleros en ocasiones anteriores y rememoran la actividad y su identidad como tales. Al unírseles un gran número de hombres, conforman un grupo de grandes dimensiones que llega a ocupar el centro de la nave principal de la iglesia. Para la última de las mudanzas, la «folía», se retiran los agregados y terminan los cascabeleros alzando los brazos y haciendo una reverencia al Santo. Con esto acaban los actos y danzas en honor a San Juan Bautista. Sin embargo, aún queda una última intervención de los cascabeleros. Algunos de ellos, formando parejas, se sitúan junto al monumento del Cascabelero, para interpretar el denominado «Fandango Parao», un baile de evidente carácter profano donde no aparecen alusiones al santo ni otras referencias religiosas, a pesar de formar parte y ser el colofón final de la fiesta de San Juan.
Como hemos visto, la danza de los cascabeleros se despliega a lo largo de todo el proceso ritual festivo, incluso en las secuencias previas de preparación o fase liminal de iniciación al ritual (ensayos, sorteo, ensayo general), y en la fase final de agregación a modo de communitas (cuando todos los alosneros danzan al unísono), tal y como definiera este proceso V. Turner (1998). Más aún, una vez concluidos los honores al santo, el epílogo de la fiesta nuevamente lo protagonizan los cascabeleros con el «Fandango Parao», baile que acaba precisamente con un significativo cordial abrazo entre los danzantes.
En definitiva, la danza no es un componente más de la fiesta, no es un simple adorno folclórico que la hace atractiva. La danza de los cascabeleros constituye un elemento simbólico dominante e imprescindible en el ritual festivo, integra de manera estructural las secuencias rituales y condensas significados que refieren valores axiomáticos asociados a la idea de ser alosnero y de Alosno como comunidad integrada. El discurso identitario se caracteriza, pues, por la triangulación: Alosno – San Juan Bautista – Danza de los Cascabeleros.
EL FANDANGO PARAO
Esta danza encierra un gran contenido en su ejecución y tiene reminiscencias guerreras por lo que nunca se danza dentro del templo.
En el Fandango Parao o Reñío, danza un hombre frente a otro como retándose para comprobar quien demuestra mas fuerza, equilibrio y agilidad.
Esta danza expresa mas desafío que hostilidad o ataque, los dos danzadores se “retan” mutuamente a interpretar complicados pasos, los cuales requieren una gran destreza y que son observados respetuosa y atentamente por cada contrincante.
En esta “lucha simulada” no hay vencedores ni vencidos, sino una conciliación que se sella con un fraternal abrazo.
El Fandango parao, dice mucho de conquista y lucha; de sacrificio y premio; de dignidad y honor. Con esta danza se dan por finalizados los actos el día de San Juan Bautista, se ejecuta en pleno centro del pueblo y se termina con ese fraternal abrazo: bravo y dulce, rudo y emotivo… Esos abrazos, traducen la común unión entre el colectivo de los cascabeleros y dada su impregnación simbólica, entre todo el pueblo de El Alosno.